El 31 de marzo, celebramos el día internacional de la visibilidad trans. Todes pudimos ver publicaciones, imágenes, textos, incluso noticias de algún que otro periódico mencionando la importancia de la visibilidad trans. Estuvimos en manifestaciones, conciertos, concentraciones… Pero no todo es tan bonito como parece. El 31 de marzo también entró en vigor la nueva prohibición, de la mano de la Federación Internacional de Atletismo (WA). Hace unos días se dio a conocer esta noticia: La reciente decisión de la Federación Internacional de Atletismo de prohibir la participación de atletas trans en competiciones femeninas internacionales.

El resumen breve es que ninguna persona trans podrá competir a nivel internacional de manera profesional. Pero esta prohibición también afectará a cualquier atleta que padezca DSD, desarrollo sexual diferente, como el caso de la atleta Caster Semenya, cuyo cuerpo produce más testosterona de la considerada normal. Si estes atletes quisieran competir, deberían de realizar un tratamiento con estrógenos para reducir su producción de testosterona.

En el caso de España, esta medida también será aplicada a nivel nacional según la Real Federación Española de Atletismo.

Este tipo de medidas, que probablemente nos escandalicen a todes, no son nuevas. Ya pudimos verlas antes, en el 2021, cuando las mujeres trans eran expulsadas de la natación y rugby. Aunque hay excepciones, si llevan más de dos años en tratamiento hormonal y sus índices de testosterona son similares a los de una mujer cis, podrán competir. Competir, pero de llegar a ganar alguna competición como la nadadora Lia Thomas, les lloverán las críticas.

Esta política discriminatoria se basa en la idea de que las personas trans tienen una ventaja injusta en las competiciones deportivas femeninas debido a su anatomía y a los niveles de testosterona en su cuerpo. Sin embargo, esta noción se basa en un mito que no tiene en cuenta las complejas realidades de la identidad de género y la transición de género.

La misma Joanna Harper, asesora del COI (Comité Olímpico Internacional) asegura que al iniciar su transición sus puntajes bajaron un 12%. Demostrando que, al realizar una transición hormonal, las supuestas ventajas que vería el resto del comité no existen.

La identidad de género de una persona no se reduce a su anatomía o niveles hormonales. Las personas trans experimentan una profunda incongruencia entre su género y su género asignado al nacer, lo que puede llevar a una intensa angustia y malestar. La terapia hormonal y las intervenciones quirúrgicas son una forma de aliviar este malestar y permitir que las personas trans vivan de acuerdo a su identidad de género.

‍

Es importante recordar que el deporte no es una actividad puramente biológica, sino que también es social y cultural. El deporte está sujeto a las normas y valores de la sociedad en la que se practica. Es importante que se desarrollen nuevas políticas y reglamentos que permitan la inclusión de personas trans en el deporte. Esto no solo ayudaría a las personas trans a participar en competencias deportivas internacionales, sino que también enviaría un mensaje importante sobre la inclusión, la diversidad en el deporte y la sociedad en general.

En resumen, el mundo del deporte necesita evolucionar y adaptarse a los cambios culturales y sociales. Las personas trans merecen tener las mismas oportunidades que les demás para participar en competencias deportivas internacionales.