INT. OFICINAS LÚGUBREMENTE MONÓTONAS. MEDIODÍA.
ANDY (25) Rizos castaños, gafas de pasta demasiado grandes y una manía de beber agua cada cinco segundos que delata sus nervios: Primer día.
Lleva veinte minutos, lunes. Teclea enérgicamente pero con elegancia, rápido. Levanta la mirada de la pantalla de golpe y se encuentra con la recién llegada vecina de cubículo: ALBA (25) Alta, cejas con gravedad invertida y una sonrisa forzada.
– Bienvenida ANDREA!.
– Gracias... es ANDY. - contesta incómoda.
– Pensaba que era Andrea. -sus cejas sí pueden subir más.
– Pues no, es Andy. - sonrisa incómoda.
– Te pega más Andrea, por tu cara y…
– Una pena, porque es Andy. -la sonrisa muta a cabreo.
– Bueno te voy a llamar Andrea, es más fácil, ¿no te importa verdad?. -risa tonta.
– Andy es igual de fácil.
– Qué más te da Andrea que Andy total es un nombre igual, que ganas de complicarse. -sopla mientras se aleja.
Andy se levantó y mandó a tomar por culo a la compañera, el primer día, porqué llevaba toda la vida aguantando esa conversación y estaba hasta el coño.
¿Molaría que siguiera así, verdad?
Muches os sentiréis identificades con esta situación o conocéis a alguien que la ha vivido repetidamente, tal vez habéis sido testigos de una conversación muy parecida. Vivida en primera persona o no, seguramente podéis imaginar el nivel de frustración. Porqué se cuestiona algo personal e intransferible.
Lo mismo ocurre con los pronombres.
La RAE dice:
Pronombres.1. m. Gram. Clase de palabras cuyos elementos hacen las veces del sustantivo o del sintagma nominal y que se emplean para referirse a las personas, los animales o las cosas sin nombrarlos.
La realidad va más allá de tecnicismos:
Los pronombres personales van ligados a la identidad. Cuando alguien decidió explorar su espectro aparecieron nuevos conceptos, nombres y pronombres. Debido a los prejuicios hay quienes siendo cis y/o hetero piensan que no es asunto suyo.
Los que nos interesan son esencialmente tres. En otros idiomas y culturas el concepto se expande y tenemos más opciones, sin ir más lejos en inglés, donde hay dos posibilidades neutras. Pero vamos a limitarnos al castellano para hacerlo más sencillo.
Dentro de una sociedad binaria y heteropatriarcal se nos ha educado usando esencialmente dos para referirnos a personas en singular: él y ella. Pero en castellano existe un tercer pronombre que aunque no esté homologado sí está tomando cada vez más uso: elle, el pronombre neutro.
Pero por desconocerlo, por odio, por miedo, esta escena no se lee igual:
INT. OFICINAS LÚGUBREMENTE MONÓTONAS. MEDIODÍA.
ANDY (25) Rizos castaños, gafas de pasta demasiado grandes y una manía de beber agua cada cinco segundos que delata sus nervios: Primer día.
Lleva veinte minutos, lunes, teclea enérgicamente pero con elegancia, rápido. Levanta la mirada de la pantalla de golpe y se encuentra con la recién llegada vecina de cubículo: ALBA (25) Alta, cejas con gravedad invertida y una sonrisa forzada.
– Bienvenida ANDY!.
– Gracias... es bienvenidE. - contesta incómode.
– Pensaba que usabas el femenino. -sus cejas sí pueden subir más.
– Pues no, es elle. - sonrisa incómoda.
– Te pega más ella, por tu cara y…
– Una pena, porque es elle. -la sonrisa muta a cabreo.
– Bueno voy a usar ella, es más fácil, ¿no te importa verdad?. -risa tonta.
– Elle es igual de fácil.
– Qué más te da ella que elle total es un pronombre igual, que ganas de complicarse. -ríe y sopla mientras se aleja.
¿Es raro, incómodo? Es la misma situación, aunque en la vida real la mayoría después de la segunda frase de diálogo se limita a repasar a la persona, mirarla cómo si viera un alien y alejarse disimuladamente.
Respecto a la anterior escena solo cambia el nombre por el pronombre, creando exactamente la misma frustración.
Tanto si usamos los pronombres que nos impusieron al nacer como otros que hemos descubierto mejores, todes tenemos derecho a que el resto se dirija bien a nosotres.
Y vamos a equivocarnos, despegarse de todo lo que nos han metido en el coco no es tarea sencilla pero si partimos de aquí todo será más fácil.
En una situación dónde conozcamos a gente nueva, es importante presentarnos con nuestros pronombres y preguntar los del resto. No siempre va a resultar cómodo, como sociedad tenemos pánico a preguntar y podemos buscar alternativas cómo dejarlo claro cuando nos introducimos “ Hola, encantad E/A/O”, de la misma manera que podemos escuchar y fácilmente ver cuáles usa el resto. Pero solo siendo conscientes de este miedo al interrogante directo podremos ir cambiándolo.
Cuando os dirijáis a alguien erróneamente, fustigaros o disculparos repetidamente NO va a hacer más que incomodar a la otra persona y hacerla sentir culpable.
Todes, sin excepción, hemos crecido desde una misma ideología que separa y limita. No os van a culpar por eso.
Autocorregirnos en cambio, es más fácil, rápido y efectivo: directamente diciendo el pronombre bueno después del error, o con un : quería decir “insertar pronombre correcto”.
Si os percatarais más tarde, también podéis corregirlo entonces.
Y casi igual de importante, podéis preguntar, informaros de primera mano, corregir al resto cuando se equivoque, explicarles la importancia de los pronombres, compartir.
Hay pequeños gestos que pueden marcar la diferencia.
Os animo, a parte de hacer todo lo anterior, a añadir vuestros pronombres en la biografía de instagram. Solo tenéis que poner la configuración en inglés y os aparece un apartado específico en la bio: “pronouns”. Es algo rápido y aparentemente inútil, pero se trata de romper un silencio que grita.
¿Realmente queremos mirar hacia otro lado cuando no nos implica personalmente? Puede que no os afecte pero si a vuestro alrededor, a conocides, a futuras generaciones y a les más veteranes que tampoco tuvieron su espacio.
Necesitamos a todes.
Nos necesitamos a todes.