“Llegar a” es el prefijo maldito, es un universo entero de paisajes en tu cabeza, la cumbre de todos tus deseos. No importa cómo andes ahora, ni dónde, ni con quién tanto cómo si tienes claro hacia dónde quieres llegar. ¿Qué detalle ha necesitado tu mundo para tambalearse? La gente está contenta cuando llega a tener, acabar, sentirse, ser… pero ¿Qué pasa cuando llegas a secas? Que jodido llegar al destino que te marca el GPS y que aún queden km que no salían en el mapa. ¿Qué jodido o qué regalo? Hay un estigma en esto de llegar tarde, llegamos tarde a saber quienes somos, que queremos. Y cuando el reloj social nos sentencia, entre esos minutos extras que se acumulan, se nutre la culpa y nace la prisa; una prisa que nunca hubiéramos tenido de no escuchar las campanas.
Antes subían a los árboles por supervivencia, y ahora para sobrevivir fijamos objetivos.
Pero no nos damos cuenta de que objetivo es una palabra que se diluye en sus contornos, que muta independientemente de lo que pienses, obedece a tus deseos más honestos.
Voy a ser, quiero llegar a ser, cuando sea, cuando no tenga, cuando tenga, más, menos… tal vez se trate de intentar llegar a vivir el presente de la manera menos violenta, de la manera más sencilla y cercana y ganar batallas a medida que lleguen, sin decidirlo. ¿No?
Para mí ser feliz siempre se ha tratado de llegar a algún punto. Pensé que estaría mejor cuando me sacara un título, cuando llevara años en hormonas, cuando consiguiera independencia o acabara un tratamiento. Al final ninguna de esas cosas era un final concluyente, solo un puntito y aparte tan pequeño que llegó incluso a decepcionarme.
Con mi identidad pasó un poco lo mismo, pensé que llegado el cumplimiento de ciertos deseos, como operarme, había cosas que ya quedarían sin cuestionar por parte del resto y eso sería el final, un descanso. Lo que no contemplaba era que en mí aún podían nacer inquietudes, cambios, como ahora sé que puede pasar siempre. Y pensé “joder, ahora que ya tienes el respeto, la visibilidad o invisibilidad que buscabas, vas tu y quieres joderla otra vez”, y acogí en mis manos ese pensamiento y lo ovillé para lanzarlo lejos, como una pelusa molesta. ¿Para qué más dolores de cabeza? Ha llegado un punto en el que no me interesa buscar culpables, ¿Pensé eso por lo que diría la gente? ¿Es culpa de esta sociedad excluyente, esta visión errónea sobre que es o no un dolor de cabeza? ¿Puede que sea el privilegio? No lo sé, sería todo. En cambio, sí me parece interesante lo que hice al pensarlo: esconderlo; y eso es responsabilidad mía, mi decisión, por más o menos influenciada que estuviera. Me parece importante centrarme en ahora. No voy de progre, no deshecho la historia, de hecho le tengo un profundo aprecio como arma necesaria, pero avanzar solo se avanza andando y si tú no mueves el puto culo no lo hace nadie. Así que pasó esto, hace muy poquito me di cuenta de cómo había desechado mi propio deseo y mi identidad y saludé a todos los miedos que sostenían que había sido buena idea.
Pau Vallvé, que es un cantante que me gusta mucho, dice en una de sus canciones “Aquests dies raros que hi ha entre que ho decideixes i ho fas”, y en este paréntesis del que habla es dónde intenta seducirnos la procrastinación y desechamos los miedos, cómo en una lucha por alcanzar el autocuidado, escuchémonos pero no demasiado. Esos “días raros” son algo personal e intransferible y requieren conversaciones incómodas con une misme. Y creo que hablamos mucho, que yo he hablado demasiado en general cuándo es algo mucho más privado. Curiosamente cuando hablo de lo único que medio conozco, que soy yo, es cuando más se me entiende y hace poco he decidido que voy a empezar a hablar desde mi, porqué esto de echar profecías es demasiado místico y no creo en Dios, y porqué ya hay una base que convierte este espacio en una casa cimentada, pero ahora hace falta explorar las esquinas, los recodos, para que sea un lugar cómodo des del que nos podamos permitir cuestionarnos, un espacio para todas las pelusillas, porqué esto de procrastinar ya pasó de moda.
Cómo te decía, me da igual a dónde irá esto, pero si me hace feliz haber llegado a esta conclusión hoy y compartirla contigo. Nos vemos pronto.